BIENALES DE POESÍA VISUAL/EXPERIMENTAL EN MÉXICO
Presentación de la antología Signos
Corrosivos (1987): Leticia Ocharán,
César Espinosa y Roberto López Moreno
En 1985, cuando se convocó a realizar la primera Bienal, de hecho nadie hablaba aquí sobre estos conceptos. A su vez, en 1990 –al celebrarse la III Bienal– incluso la exposición antológica de Octavio Paz, realizada en ese año, contó con un capítulo dedicado a la poesía visual.
En los años 80, la Bienal mexicana vino a revitalizar en Latinoamérica las prácticas de la experimentación visual poética. Los propios brasileños, que llevaron la avanzada a finales de los años 50 y los 60 –con la Poesía Concreta y el Poema Proceso–, intentaban una suerte de síntesis y se veían introvertidos, mientras en Europa y Estados Unidos la experimentación poética saltó de la hoja de papel a la acción corporal (performance y polipoesía), el video y los recursos de la alta tecnología: multimedia, laser (holograma), la computadora y el arte virtual.
Así, como foco de atención y difusión, con una nutrida participación internacional –que oscila en cada edición entre 150 y 300 autores– y una creciente presencia de artistas locales, la Bienal mexicana se constituyó en la más importante de Latinoamérica, sólo equiparada con la muestra “Inter-Signos” realizada en Sao Paulo (1988), a pesar de no ser competitiva ni otorgar premios ni distinciones o reconocimientos de prestigio.
Artistas que actúan continuamente en diversos países de Europa y América del Norte, como Enzo Minarelli y Fernando Aguiar, han destacado la importancia de la Bienal mexicana observando que mientras los festivales europeos son más restringidos y se limitan a uno o dos aspectos, aquí se ha dado margen para desplegar el amplio abanico de la poesía experimental comprendiendo performance, polipoesía y poesía sonora, videopoesía, acciones callejeras con el público, las exposiciones de poesía gráfica/visual y concreta, coloquios teóricos y documentales y sesiones de danza y experimentación musical.
Así, tras una década de estar presentes y alrededor de veintitantas exposiciones realizadas, con diez catálogos y carteles publicados, así como cuatro memorias documentales, las bienales de poesía visual se han tornado en una realidad del campo artístico mexicano, aunque a contrapelo de los programas burocráticos de cultura y los circuitos de especulación artística. Cabe aquí presentar un somero recuento-reseña sobre cada una de las cinco bienales.
Antes, es preciso mencionar que la realización de las primeras bienales estuvo antecedida, por una parte, por la presentación del “Poema Colectivo Revolución”, convocado en 1981 por el grupo de arte-correo Colectivo-3 y que se exhibió en la Pinacoteca de la Universidad Autónoma de Puebla (1982) y en el plantel Xochimilco de la Universidad Autónoma Metropolitana, en la Ciudad de México. Estuvo compuesto por alrededor de 500 trabajos provenientes de 40 países, que hicieron variaciones en torno al polémico tema dedicado en especial al triunfo de la revolución sandinista en esos primeros años de los 80.
La otra línea previa a la puesta en escena de las bienales fue la edición desde 1982, por el mismo grupo, de la carta antológica Poesía en Circulación y de la carta-revista de poesía alternativa Postextual (1986), que publicaron trabajos de poetas visuales de veintitantos países –incluyendo Alemania del este, Checoslovaquia, Hungría y Polonia bajo la égida socialista, o de Brasil y Chile bajo las respectivas dictaduras–, además de textos historiográficos y teóricos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario